jueves, 16 de abril de 2015

Hasta pronto...

A las 9 de la mañana, normalmente, entran los primeros. Mientras llega el camión se da un vistazo a como quedó la sección la noche anterior, se retoca lo que queda pendiente y se empieza con los quehaceres diarios. Si toca descarga, nos vamos a la reserva y vamos organizando las cajas por Universos (secciones para el que no conozca el término). Textil descarga con Montaña y una de las cosas que más me gusta cuando nos toca son los ratos de risas y charla con compañeros con los que si estás en tienda no tienes oportunidad de estar. En la reserva hace un frío que pela pero se entra en calor rápido.... nada más que quitarle los plástiscos a los palés donde vienen apiladas las cajas te hace sudar. La "orgnización" sin organiación es brutal. Sacan los palés del camión, desembalamos (con cúter el que tenga la suerte de tener uno que corte), se quitan los plásticos de enmedio para no tropezar y la pila de cajas empieza a desaparecer. Trabajo en equipo para mover un centenar de cajas y bultos que contienen los productos que tienen que estar cuanto antes disponibles para los cliente.

Una vez finalizada la descarga los ruedines empiezan a salir hacia los pasillos, primero la implantación directa y después los productos que hay que tratar (emperchar y alarmar). En teoría las cajas deberían venir bien organizadas para hacer el trabajo lo más rápido posible pero todos sabemos que no es cierto del todo... los magnums a veces son como "cajones de sastre" donde puede aparecer cualquier cosa (por lo menos en textil). Implantar, separar, colocar, emperchar, colocar, emperchar, colocar, etc... así, sin ni quiera darse uno cuenta pasa casi toda la mañana. 

Cuando el camión se ha termiado se hace insatisfacción, se sacan etiquetas (bueno, ya no..) y balizajes, se hace facing, se mueve el lineal si es necesario y todo esto a la vez que se atiende a los clientes. 

El turno del mediodía es el más tranquilo y hay quien dice que el más aburrido, pero sí es verdad que es en el que se puede aprovechar más el tiempo para hacer lo que, bien por el camión bien por los clientes, no da tiempo ni por la mañana ni por la tarde.

La tarde es lo más entretenido, por lo menos para mi que me encanta tratar con los clientes. El tiempo vuela cuando la tienda se llena y no te da tiempo a terminar lo que estás haciendo cuando ya tienes otra cosa que hacer. Las pelotas y los pelotazos vuelan, los aros de ginmasia rítmica no paran de sonar cuando caen, aprender a esquivar niños (y no tan niños) en bicicleta se convierte en una tarea más, "maldecir" a quien ha hecho una bola de ropa y la ha metido en los sitios más insospechados, o al niño que se cuela en los probadores y los cierra por dentro también es el pan nuestro de cada día.
Todo esto se une con las mil y una anécdotas que ocurren con los clientes, algún día me pararé a recopilarlas y plasmarlas por escrito, pero mientras tanto adelanto que tenemos desde el que nos pregunta que dónde está la peluquería hasta aquella que te pide ayuda para quitarse el top que se ha probado porque se ha empeñado en meterse en uno dos tallas más pequeñas a la suya.

A las 21.45 suena por megafonía el anuncio de que en 15 minutos cierra la tienda. Por una parte unos parece que se relaja después del estrés de la tarde pero ahora llega la contrareloj para intentar dejar todo listo para el día siguiente. Algún que otro cliente rezagado ronda por los pasillos mientras los d seguridad le piden que se acerque a las cajas y, mientras tanto, nosotros intentamos dejar probadores listo y todo ordenado. A las 21.55 hay otro aviso, los que se van a las 22.00 empiezan con el sprint final hasta que finalmente llega desde caja el mensaje más esperado: "Señores clientes, Decathlon cierra sus puertas. Les recordamos que estamos abiertos de lunes a sábado de 10 de la mañana a 10 de la noche. Muchas gracias por su visita y esperamos verles pronto".

El último turno en salir lo hace a las 22.30. Media hora para trabajar a puerta cerrada y con el propósito de asegurar la apertura del día siguiente. Los aires acondicionados se apagan y el silencio se apodera de la tienda. El ruido más característico es el de las llaves que lleva el responsable que esté de permanente, que es el que se tiene que asegurar de que todas las puertas estén bien cerradas.

Cuando tan solo faltan un par de minutos nos vamos acercando a las cabeceras de la entrada. Son las 22.30 y nadie quiere quedarse dentro.

Bueno y diréis... ¿A qué viene esto?. Pues esto viene a que hoy es mi último día en la empresa. Han pasado 6 meses en los que lo que he contado ha sido mi día a día. Séis meses en lo que he aprendido, he enseñado, he trabajado, he reído, he llorado pero sobre todo he sido muy feliz. Muy feliz porque he formado parte de un equipo maravilloso de personas que ha confiado en mi y que me han hecho sentir una más dentro de esta gran familia.

Antes de irme quiero hacer una mención especial a mi equipo de textil. Sois la "booooomba" y lo sabéis. Habéis estado mucho tiempo navegando solos y ahora tenéis un buen capitán así que ahora el barco va viento en popa y a toda vela. Solo os pido que nos olvidéis de mi que tenéis que recogerme en puerto dentro de otros séis meses, eh!!!!

Por último a "Las Titas" les digo que gracias, gracias y gracias. Sin vosotras nada sería lo mismo. Os llevo a cada una de vosotras dentro de mi y me niego a despedirme porque ya no sois mis simples compañeras de trabajo, sois mis amigas y espero que sigamo compartiendo tantos buenos ratos como hasta ahora. Os quiero mucho chicas! 


Carmen Textil









domingo, 5 de abril de 2015

Abril maldito


Dicen que abril es uno de los meses más bonitos del año. Que la recién estrenada primavera inunda de colores, olores y alegría el ambiente. Que la gente, sobre todo por el sur, se lanza a las calles con tantas ganas que parece que no hubiera un mañana. En cuanto suben un poquito las temperaturas, las tirantas, los pantalones cortos, los escotes, las sandalias y las chanclas empiezan a desempolvarse. Las terracitas se llenan y las tardes se alargan sin importar tanto si hay que madrugar al día siguiente. Parece como si con el buen tiempo no importara dormir menos. Pero bueno, también es cierto que normalmente somos demasiado adelantados y siempre tenemos que volver a sacar algún abriguillo porque vuelve a refrescar, aunque eso sí, las chanclas ya se quedan desempolvadas por lo menos hasta octubre.

En primavera la gente es feliz solo porque es primavera. 

Yo solía ser así también, no me hacía falta mucho más que el buen tiempo y las ganas de salir y entrar para poder disfrutar de la vida. Desde hace un par de años la cosa cambió y abril se ha convertido en uno de los peores meses del año para mi. Es el mes en que termino mi contrato en Decathlon y la ansiedad, el estrés, el miedo y la incertidumbre pueden con la alegría y el buen humor que solía reinar en mi estado de ánimo por estas fechas.


Este año, además, se suma que mi hermano se va el jueves a EEUU a trabajar. Por una parte estoy muy contenta porque sé que, hoy por hoy, es lo mejor que puede hacer y porque sé que a donde se va tiene un futuro seguro en el que podrá demostrar todo lo que vale. Es la tierra de las oportunidades y estoy segura que no dejará escapar la suya. Pero por otra parte estoy triste, a parte de porque le voy a echar mucho de menos,  porque se tiene que ir por no poder encontrar un hueco en su país.
Yo ya me he ido tres veces y no me gustaría tener que irme de nuevo pero estamos en abril, mi contrato acaba en 15 días y lo primero que leo todas las mañanas nada más levantarme es "La empresa X ha descartado su candidatura". El teléfono no suena, los contactos no valen, las entrevistas no salen, las facturas llegan y los recursos se agotan... además, este año ni siquiera tengo paro. En fin... que se avecina tormenta.

La gente que me quiere me dice que no me preocupe que de todo se sale y que ya saldrá algo. Mi hermano me dice que, ahora que ha encontrado trabajo, que me va a "apadrinar" para que yo pueda ponerme a estudiar oposiciones y yo se lo agradezco en el alma pero quien me conoce bien sabe que no voy a permitir eso. Que no quiero seguir pasando mi carga de mano en mano como si fuera una pelota. Si mi momento no llega tendré que ir yo a buscarlo, cómo y donde sea. Ya veré como lo hago.

Aunque parezca contradictorio después de toda esta retahila, este año me siento más fuerte así que no voy a permitirme tocar fondo como lo hice el año pasado, pero sí quiero curarme en salud y perdir disculpas de antemano si flaqueo en algún momento, principalmente a Jose, a mi familia y a mis amigos. Si algo he aprendido de todo esto es que no estoy sola y que sé con quien puedo contar y con quien no, por eso no voy a dejar que los que me queréis volváis a sufrir por mi. Eso sí, os voy a necesitar...y mucho.