domingo, 5 de abril de 2015

Abril maldito


Dicen que abril es uno de los meses más bonitos del año. Que la recién estrenada primavera inunda de colores, olores y alegría el ambiente. Que la gente, sobre todo por el sur, se lanza a las calles con tantas ganas que parece que no hubiera un mañana. En cuanto suben un poquito las temperaturas, las tirantas, los pantalones cortos, los escotes, las sandalias y las chanclas empiezan a desempolvarse. Las terracitas se llenan y las tardes se alargan sin importar tanto si hay que madrugar al día siguiente. Parece como si con el buen tiempo no importara dormir menos. Pero bueno, también es cierto que normalmente somos demasiado adelantados y siempre tenemos que volver a sacar algún abriguillo porque vuelve a refrescar, aunque eso sí, las chanclas ya se quedan desempolvadas por lo menos hasta octubre.

En primavera la gente es feliz solo porque es primavera. 

Yo solía ser así también, no me hacía falta mucho más que el buen tiempo y las ganas de salir y entrar para poder disfrutar de la vida. Desde hace un par de años la cosa cambió y abril se ha convertido en uno de los peores meses del año para mi. Es el mes en que termino mi contrato en Decathlon y la ansiedad, el estrés, el miedo y la incertidumbre pueden con la alegría y el buen humor que solía reinar en mi estado de ánimo por estas fechas.


Este año, además, se suma que mi hermano se va el jueves a EEUU a trabajar. Por una parte estoy muy contenta porque sé que, hoy por hoy, es lo mejor que puede hacer y porque sé que a donde se va tiene un futuro seguro en el que podrá demostrar todo lo que vale. Es la tierra de las oportunidades y estoy segura que no dejará escapar la suya. Pero por otra parte estoy triste, a parte de porque le voy a echar mucho de menos,  porque se tiene que ir por no poder encontrar un hueco en su país.
Yo ya me he ido tres veces y no me gustaría tener que irme de nuevo pero estamos en abril, mi contrato acaba en 15 días y lo primero que leo todas las mañanas nada más levantarme es "La empresa X ha descartado su candidatura". El teléfono no suena, los contactos no valen, las entrevistas no salen, las facturas llegan y los recursos se agotan... además, este año ni siquiera tengo paro. En fin... que se avecina tormenta.

La gente que me quiere me dice que no me preocupe que de todo se sale y que ya saldrá algo. Mi hermano me dice que, ahora que ha encontrado trabajo, que me va a "apadrinar" para que yo pueda ponerme a estudiar oposiciones y yo se lo agradezco en el alma pero quien me conoce bien sabe que no voy a permitir eso. Que no quiero seguir pasando mi carga de mano en mano como si fuera una pelota. Si mi momento no llega tendré que ir yo a buscarlo, cómo y donde sea. Ya veré como lo hago.

Aunque parezca contradictorio después de toda esta retahila, este año me siento más fuerte así que no voy a permitirme tocar fondo como lo hice el año pasado, pero sí quiero curarme en salud y perdir disculpas de antemano si flaqueo en algún momento, principalmente a Jose, a mi familia y a mis amigos. Si algo he aprendido de todo esto es que no estoy sola y que sé con quien puedo contar y con quien no, por eso no voy a dejar que los que me queréis volváis a sufrir por mi. Eso sí, os voy a necesitar...y mucho.


2 comentarios:

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  2. Carmen, Carmen... Si supieras el gran número de personas que pueden sentirse identificadas con tu post... Claro que esto no podrá contigo, no tengo ni la menor duda. Así que ánimo, que algo se nos ocurrirá! Y, mientras, aprovechamos el desempleo para ir a tomarnos algo por Huelva la próxima vez que vaya, no? Un abrazo!

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